VOTO CRUZADO

Por Jose Ines Figueroa Vitela 03/07/2018 07:07:37.
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Con alguna excepción que confirma la regla, el producto de la elección del pasado domingo correspondió a las expectativas: no paso algo que no fuera esperado, más allá de los sentimientos anidados en el corazón, la conciencia o el bolsillo de los particulares.
Botones de muestra, las derrotas del PAN en Madero y el PRI en Matamoros, se predijeron desde que ANDRÉS ZORRILLA desplegó una administración errática y de confrontación hasta con los de casa y CHUCHÍN DE LA GARZA bajó la cortina en las primeras de cambio, dejando al garete los compromisos contraídos.
En ambos casos, la sensibilidad se perdió al momento de rodearse de colaboradores desleales y/o ineficientes, dedicados a endulzar el oído del jefe, en lugar de hacer el trabajo que les correspondía en la estructura.
Por supuesto, en general, triunfos y derrotas se invistieron de un cariz multifactorial, pero hubo elementos que dominaron en el desenlace de la elección.
Los motivos del voto cruzado -también ampliamente perfilado-, son los que precisan el mayor mensaje para ser sujeto del análisis, entre las instituciones y actores políticos que pretendan enderezar el camino para los retos electorales inminentes.
Al cierre de los cómputos del Programa de Resultados Preliminares, sumados los votos de cerca del 80 por ciento de las casillas, con alguna otra excepción en la elección del Senado donde la diferencia es mínima entre los dos principales contendientes, las perfilaciones ya se antojan irreversibles.
En Reynosa, por ejemplo, el PAN -y sus coaligados- ganó la alcaldía de manera contundente, pero perdió en la elección de los diputados federales y senadores, frente a los candidatos de MORENA.
La alcaldesa virtualmente reelecta, MAKI ORTIZ DOMINGUEZ, computaba 120 mil 901 votos, mientras sus compañeros de fórmula a la cámara baja, sumaban en los dos distritos que ahí se asientan, incluyendo los municipios de la frontera chica, 83 mil 400 votos.
En la elección de la cámara alta, rondaba los 87 mil votos, contra 109 mil de los morenistas, quienes en los dos distritos federales de la plaza sumaban 105 mil sufragios a su favor.
En Madero ZORRILLA computaba 38 mil 762 votos, 200 menos que su compañero de fórmula a la diputación federal ZEFERINO LEE, aunque este incluía en su distrito al municipio de Altamira, donde sí ganó la reelección municipal su compañera panista, ALMA LAURA AMPARÁN y con un muy amplio margen, superior a los 10 mil votos de diferencia.
Tampico fue otro fenómeno ejemplar del voto cruzado, pues mientras la alcaldesa priísta MAGDALENA PERAZA perdió la reelección frente al panista CHUCHO NADER, en la elección distrital -ahí sí en similitud de jurisdicción-, la candidata del PAN quedó en segundo lugar y la del PRI se fue hasta un distante tercero, ganado la diputación federal la candidata de MORENA.
Para la alcaldía porteña el PAN contaba 56 mil 637 votos, el PRI 47 mil 458 y MORENA 32 mil 710; a la inversa, para la diputación federal MORENA sumaba 54 mil 62 votos, el PAN 51 mil 683 y el PRI solo 21 mil 469.
¿Qué pasó si las estructuras, promoción y operatividad fue común al interior de las fórmulas partidistas?
Lo más fácil es decir que ya los ciudadanos votan por los individuos, más que por las marcas partidistas, pero evidentemente en cada plaza se dieron particularidades a evaluar, por analistas y estrategas sujetos de interés, insistimos, de cara a las siguientes elecciones.
El PAN tamaulipeco puede celebrar los nuevos espacios de gobierno municipal conquistados y hasta los escaños en el congreso de la unión que no tenía y MORENA más, que de nada, hoy debuta con cinco alcaldías y otro tanto de escaños en el congreso de la unión, retozando en el irrefutable hecho de que es poder nacional.
En el mando priísta, antes de tirarse al llanto por la lacerante derrota, a los actores de temporada les puede quedar el consuelo de que ya se van y serán otros a los que les toque lidiar con la nueva y más marginal condición a que se ha reducido.
Cualquiera de esas salidas inerciales, para las tres principales fuerzas políticas en Tamaulipas, es el trayecto a la derrota en el siguiente proceso, que de inminente, se hace determinante en el mediato escenario estatal.
En dos meses, concluye esta elección, con los últimos fallos esperados de las instancias jurisdiccionales, y en ese mismo mes, inicia el proceso que desemboca en las urnas del primer domingo de julio del 2 mil 19, con la renovación del Congreso Local.
Para entonces, ya MORENA no será “la esperanza de México”, sino que entrará en el desgaste del ejercicio del poder, sobre el que transita hoy el PAN en el concierto estatal, reflejado en la diferencia entre los votos obtenidos hace dos años y los del pasado domingo, con todo y el avance en los nuevos espacios conquistados.
Y por quienes apuran por desplazar los rescoldos del “Tamaulipas que todos Queremos” de las estructuras priístas, culpándolos de la debacle electoral, en la intención, si logran consumarla, estarán llevando la penitencia.
En principio, la caída tricolor no fue privativa de Tamaulipas; aquí no se ganó escaño alguno de mayoría, pero en el plano nacional, apenas se conquistaron 15 de los 300 distritos, en la coalición, de los que menos de la mitad -7 o el 2 por ciento-, corresponden al partido, propiamente dicho.
En Tamaulipas, sobre la elección referencial de diputados federales el PRI obtuvo el 18.5 por ciento de los votos y a nivel nacional, de los 19 en coalición había qué descontar los correspondientes a PANAL y Verde.
En el plano estatal, factor incidente de la derrota tricolor fue la polarización de los grupos identificados en torno de los personajes de influencia que en determinado momento, prefirieron marginarse o migrar a otros nichos de oportunidad.
La recomposición de escenarios para el PRI en el Estado, pasa por la conciliación de todos los grupos y personajes, el trabajo y el desprendimiento de quienes gozan de capitales para ponerlos a disposición del instituto político.
Eso, o radicalizar la migración hacia otras instancias de participación política, como la que ya se dio en esta elección, unos hacia el PAN y otros a MORENA, lo que significaría la última estocada a lo que queda del tricolor.
En la elección de la próxima legislatura local, está la consolidación del PAN como partido en el gobierno estatal y la mayoría de los ayuntamientos, o el prematuro fin de su gestión con el arribo de una nueva fuerza política dominante.
En prácticamente el último siglo, el partido en el gobierno ha dominado la Cámara, convirtiéndola en complemento que impulsa y avala sus iniciativas, praxis, planes y programas ejecutivos.
Un congreso distinto de conformación significa definición de presupuestos, supervisión, seguimiento, fiscalización y hasta la eventual obstrucción a las proyecciones de obras y programas, radicalizando la disputa política.
Por eso es importante la elección local del año próximo y por eso, lo menos que pueden hacer ahora los partidos políticos es echarse a dormir el sueño del justo, pasada esta elección.
En la mesa de Diálogos en Claroscuro, la Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Tamaulipas, OLIVIA LEMUS, compartió ayer la forma como trabaja para remontar los rezagos heredados y dar un nuevo rostro a la institución que genere confianza y se convierta en una efectiva alternativa de auxilio a los tamaulipecos.
En dos meses, ya registra avances su estrategia.

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